martes, 19 de junio de 2007
Recordar.
¿De qué está hecha una autobiografía? No de las cosas que pasaron, sino de las que recordamos. Las buenas y las malas, las efímeras y las duraderas, las que dolieron y las que gozamos, pero siempre las que nos marcaron por cualquier razón.
Los recuerdos son como las pilas de nuestra vida. Los proyectos surgen de ellos y a partir de nuestro pasado, le decimos al mundo porque es así nuestro presente. Pero lo mejor de los recuerdos es que están.
Aprendemos de ellos, nos regodeamos en ellos, nos solazamos en ellos y nos damos permiso de traerlos cada que nos hacen falta.
A veces, lo que hacemos es maquillarlos, ponerlos presentables para que nuestro presente se sienta más cómodo por lo que hicimos y a veces el maquillaje se nos acaba y no podemos más que darles de nuevo la bienvenida como están, sin máscara.
En ocasiones los recuerdos duelen, pero poquito. En ocasiones añoramos la felicidad que fue. En ocasiones sólo tenemos retazos y a veces todos los rostros son mejores que ahora. Pero los recuerdos son parte nuestra. Nos definen, nos delimitan, nos alientan o nos deprimen. En fin. Son todo eso y todo lo que no me acuerdo.
Blas Torillo.